martes, 3 de abril de 2012

230.- Tenemos que hablar de... una buena película.


Hay películas duras, que te hacen sentir incómodo mientras las ves. Y no porque sean subproductos espantosos, o por el abuso de sangre y vísceras, sexo o perversiones.
Algunas películas consiguen hacerte sufrir porque lo que ves te irrita, te molesta, pero a la vez sabes que eso puede ser verdad y mientras te sumerges en la trama te identificas o te cabreas con sus protagonistas.
Viendo "Tenemos que hablar de Kevin" me ha pasado eso. Es la historia de una mujer que tiene que convivir con la maldad, soportar las humillaciones que le vienen de dentro y fuera de su propia familia, aguantar lo que le echen ... por una razón muy simple, el origen de todo es su propio hijo.
No, no es el diablo, ni Jason de "Viernes 13". Es un simple chaval, el hijo de cualquiera.
La película no hace concesiones, no explica nada (aunque según quién lo vea todo puede estar muy claro). La culpa es de los padres, de la sociedad, de la naturaleza humana...
Esta es de esas películas que no se olvidan fácilmente. Y cuando piensas sobre el porqué de su dureza aún te sientes más extrañado, porque apenas hay sangre, ni un solo susto, ni distorsiones en el sonido, ni juegos con la oscuridad...
Sólo una situación circular que se va cerrando y oprimiendo cada vez más hasta que lo sabemos todo y comprendemos que quizás nosotros también actuaríamos de esa manera, o de otra muy diferente, ¿quién lo sabe? .
Fuera de la historia en sí, la película me parece muy interesante por otros aspectos muy cinematográficos. ¿Cómo puede conseguir una película que nos sintamos oprimidos, inquietos, disgustados?.

Me pareció muy inteligente el uso del color, del rojo intenso desde la primera escena. La fotografía de colores fuertes y fríos.
El uso de espacios amplios, enormes, luminosos en la vida familiar y opresivos, grises, recogidos en la "otra" vida.

Del sonido y los silencios.
De las canciones alegres para mostrar momentos tremendos.
Del uso de los primeros planos y las miradas.
No me puedo creer que Tilda Swinton no haya estado nominada al Oscar o a montones de premios importante. Su actuación es de las que te hacen admirar el trabajo de una actriz que hace mucho más que recitar frases o cambiar su aspecto gracias al maquillaje. Actúa, y hace creíble el papel de una madre que lo aguanta todo cuando debería rebelarse contra el mundo. Una mujer hundida, vapuleada y llena de culpa.
Y lo mismo con los papeles de Jasper Newell el niño en su infancia o de Ezra Miller el joven psicópata. En ambos casos consiguen perturbar a cualquiera y hacer que te preguntes cómo harías tú para educar a unos angelitos como estos.

A pesar de todo la película apenas ha sido nominada o premiada en ningún festival. No me extraña, es tan tremenda que muchos habrán preferido no darle ningún premio, dejarla a un lado, olvidarla para siempre.

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